La educación como política pública para la equidad de género.
Hoy
en día encontramos importantes literaturas de corte sociológico e histórico en
la temática de equidad de género. En el área educativa apenas se identifican
propuestas y reflexiones para la praxis en los niveles educativos. A primera
vista pareciera revestir importancia para los actores involucrados y sus
aproximaciones la búsqueda de un ejercicio justo y equitativo en la acción
educativa. Pero, ya no basta con pensar en el cumplimiento de la equidad como
Derecho Humano, sino en las condiciones dentro de los contextos de esa Equidad
de Género. Por ejemplo, la tasa de escolarización, alimentación, niveles de
pobreza, alfabetización tecnológica, integración al currículo escolar, son
constantes en la realidad Latinoamérica y que afectan ese proceso de igualdad.
Aun
cuando Venezuela es declarada por la UNESCO territorio libre de analfabetismo
para el año 2005, este panorama no es el mismo para otros países de la Región
donde las niñas y adolescentes no gozan de la educación formal. Según la UNICEF
para el año 2012, seis punto cinco (6,5) millones de niños, a nivel mundial, no
asistían a la escuela. Específicamente para nuestra
Región el Banco Interamericano de Desarrollo para el año 2013 indicaba que la
problemática de maternidad temprana tiene gran peso en los índices de deserción
escolar, a la par de señalar que en América Latina y El Caribe se alcanza la
tasa de fertilidad más alta.
Lamentablemente
se sigue advirtiendo brechas de desigualdad, ello apunta al problema de las diferencias ya que pese a las luchas sostenidas de mujeres
y de la conquista en el tiempo de algunos derechos, no sería correcto afirmar
que hay en la práctica una real situación de igual y equidad de género.
Llama
la atención que convivamos en medio de contrarios con cargas de género:
escolarizado-desescolarizada en Latinoamérica. Pero, ¿hasta cuándo seguir
siendo espectadoras (es) de ese fenómeno?, ¿esas voces que interpretamos y
traducimos qué buscan?, ¿cuándo veremos la educación de diferencias como un
problema político? Para empezar a brindar una solución es
necesaria la creación y revisión de programas académicos que garanticen la
igualdad y equidad en términos del uso del lenguaje (redacción de objetivos de
aprendizajes y estrategias) hasta la presentación de programas analíticos con
discursos no generalizantes. Esto último considera el desuso de vocablos:
alumnos y discentes, que marcan cada vez más diferencias en la comunidad de aprendices.
Entonces,
¿cómo evitar esta posible brecha? A partir de la formación permanente a
profesores (as). A través de inducción y ofertas periódicas de cursos, talleres
y seminarios que apunten a la creación de espacios en la misma academia para el
intercambio y la reflexión. Los posibles productos, materializados en sistematizaciones
o papeles de trabajos, conformarían aportes dignos de compartir en medios
divulgativos, como revistas, radio o TV. Esto para llegar a la difusión de ideas y
reflexiones las cuales siendo pertinentes para los diseños, fortalecerían la
formación del profesorado, a la par de
plantear plataformas tecnológicas
que faciliten el alcance del conocimiento.
Otro
aspecto a considerar como política es la Transversalización
con enfoque de género. Ésta entendida como propuesta para las mallas
curriculares de niveles educativos y modalidades lo cual aportaría importantes
cambios en la mirada y tratamiento de la comunidad de aprendices. Esto implica
la formación a profesores (as) universitarios (as) y el desarrollo de espacios
de encuentro para intercambios de experiencias.
Por eso creemos que en el centro de
la Educación debe estar la visión de equidad de género como eje conector
interdisciplinario del aprendizaje y formación, para que con los años logre convertirse
en una práctica común en las instituciones educativas y por transitividad
lograr así la transformación que necesita la sociedad para ser más justa y
equitativa, para alcanzar la mayor suma de felicidad posible.