lunes, 4 de junio de 2018


La educación como política pública para la equidad de género.

Hoy en día encontramos importantes literaturas de corte sociológico e histórico en la temática de equidad de género. En el área educativa apenas se identifican propuestas y reflexiones para la praxis en los niveles educativos. A primera vista pareciera revestir importancia para los actores involucrados y sus aproximaciones la búsqueda de un ejercicio justo y equitativo en la acción educativa. Pero, ya no basta con pensar en el cumplimiento de la equidad como Derecho Humano, sino en las condiciones dentro de los contextos de esa Equidad de Género. Por ejemplo, la tasa de escolarización, alimentación, niveles de pobreza, alfabetización tecnológica, integración al currículo escolar, son constantes en la realidad Latinoamérica  y que afectan ese proceso de igualdad.
Aun cuando Venezuela es declarada por la UNESCO territorio libre de analfabetismo para el año 2005, este panorama no es el mismo para otros países de la Región donde las niñas y adolescentes no gozan de la educación formal. Según la UNICEF para el año 2012, seis punto cinco (6,5) millones de niños, a nivel mundial, no asistían a la escuela. Específicamente para nuestra Región el Banco Interamericano de Desarrollo para el año 2013 indicaba que la problemática de maternidad temprana tiene gran peso en los índices de deserción escolar, a la par de señalar que en América Latina y El Caribe se alcanza la tasa de fertilidad más alta.
            Lamentablemente se sigue advirtiendo brechas de desigualdad, ello apunta al problema de las diferencias ya que pese a las luchas sostenidas de mujeres y de la conquista en el tiempo de algunos derechos, no sería correcto afirmar que hay en la práctica una real situación de igual y equidad de género.
Llama la atención que convivamos en medio de contrarios con cargas de género: escolarizado-desescolarizada en Latinoamérica. Pero, ¿hasta cuándo seguir siendo espectadoras (es) de ese fenómeno?, ¿esas voces que interpretamos y traducimos qué buscan?, ¿cuándo veremos la educación de diferencias como un problema político? Para empezar a brindar una solución es necesaria la creación y revisión de programas académicos que garanticen la igualdad y equidad en términos del uso del lenguaje (redacción de objetivos de aprendizajes y estrategias) hasta la presentación de programas analíticos con discursos no generalizantes. Esto último considera el desuso de vocablos: alumnos y discentes, que marcan cada vez más diferencias en la comunidad de aprendices.
Entonces, ¿cómo evitar esta posible brecha? A partir de la formación permanente a profesores (as). A través de inducción y ofertas periódicas de cursos, talleres y seminarios que apunten a la creación de espacios en la misma academia para el intercambio y la reflexión. Los posibles productos, materializados en sistematizaciones o papeles de trabajos, conformarían aportes dignos de compartir en medios divulgativos, como revistas, radio o TV.  Esto para llegar a la difusión de ideas y reflexiones las cuales siendo pertinentes para los diseños, fortalecerían la formación del profesorado, a la par de  plantear  plataformas tecnológicas que faciliten el alcance del conocimiento.
Otro aspecto a considerar como política es la Transversalización con enfoque de género. Ésta entendida como propuesta para las mallas curriculares de niveles educativos y modalidades lo cual aportaría importantes cambios en la mirada y tratamiento de la comunidad de aprendices. Esto implica la formación a profesores (as) universitarios (as) y el desarrollo de espacios de encuentro para intercambios de experiencias.
Afortunadamente desde el mismo Estado Venezolano se ha profundizado, en materia legal y en la práctica, sobre temáticas relacionadas al enfoque de género para que el Poder Popular continúe con esta línea. Así tenemos el Plan de la Patria ahora Ley del Plan de la Patria con claros objetivos estratégicos donde se transversaliza la igualdad y equidad. Se señala a continuación uno como lo es  la Soberanía, donde se plantea que las mujeres están en la base y en funciones públicas con el fin de garantizar la igualdad. Desde el tener patria  podemos ser ciudadanas. Desarrollando un  modelo propio socialista, que enfrente  la visión capitalista de la mujer como objeto. Considerándola y valorándola en sus múltiples roles: madre, profesional, ciudadana, ente activo y productivo de la sociedad.

            Por eso creemos que en el centro de la Educación debe estar la visión de equidad de género como eje conector interdisciplinario del aprendizaje y formación, para que con los años logre convertirse en una práctica común en las instituciones educativas y por transitividad lograr así la transformación que necesita la sociedad para ser más justa y equitativa, para alcanzar la mayor suma de felicidad posible.



Breve mirada a tres momentos feministas.

Ignoramos nuestra verdadera estatura
hasta que nos ponemos de pie.
Emily Dickinson.


El tema del feminismo en la actualidad debe reconocer en la historia grandes aportes hechos por mujeres luchadores que desde diferentes circunstancias comprendieron que debían hacer algo para lograr reconocimiento, igualdad de derechos, pero sobre todo libertad de acción y decisión.
El feminismo es un movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. La influencia del feminismo ha conseguido cambios en ámbitos como el voto femenino, la igualdad ante la ley o los derechos reproductivos.  Podría señalarse en occidente el siglo XVII como semillero de acciones que tienen una orientación colectiva de mujeres por sus derechos. Siguiendo a la filósofa Ana de Miguel, el feminismo empieza en el momento que logran articularse un conjunto de reivindicaciones, logrando acciones que dejan de ser retórica vacía y conveniente.
Se pueden señalar tres momentos u olas feministas. Para hacerlo más puntualmente se tomará la clasificación descrita por Amelia Valcàrcel, quien marca el inicio de estas olas en la Ilutación Esta primera ola reivindica la ciudadanía de la mujer, sin reconocimiento justo de sus derechos están prácticamente a merced de la voluntad de las figura masculina que la represente. El texto de Mary Wollstonecraft centra el debate en la igualdad de la inteligencia, por lo que apoya una educación igualitaria. También aporta una serie de reformas que incluían el derecho al voto, replantear la institución matrimonial y la custodia de los hijos. Comienza una dialéctica intelectual, jurídica y política del papel de la mujer en la sociedad.
Un segundo momento u ola la encontraremos con el nombre del feminismo liberal sufragista. En esta etapa se centra la atención en el derecho al voto de las mujeres. Se ubica desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX, con la Declaración de Séneca Falls de 1848. Cuando hombres y mujeres de diferentes movimiento sociales tomando como base la declaración de la independencia norteamericana, proponen la independencia de la mujer superando la injerencia de padres, hermanos, maridos, a la par de tener derecho al trabajo. Siendo esto prioritario al derecho de votar.  Por su parte, en Inglaterra surge el movimiento de las sufragistas liderado por Emmeline Pankhurst,  potenciado así el debate sobre el sufragio femenino a nivel universal. Poco a poco el siglo XX irá dando paso a lentos logros en los derechos de la mujer. En paralelo el activismo por los derechos civiles de otras minorías como los afrodescendientes quienes sieguen oprimidos y segregados en muchos países como por ejemplo EEUU lograran mejoras sociales. Sigue la lucha por la admisión de mujeres en aulas universitarias, pero será algo poco convencional y sin aprobación social ya que las mujeres tienen en este momento un marcado rol social de madre y esposa.
El tercer momento u ola se conoce con el nombre de feminismo contemporáneo. En esta etapa se propone un cambio de valores. Obras como El Segundo Sexo, de Simone de Beauyoir y la Mística de la femineidad de Betty Friedan orientarán una revolución desde los años sesenta hasta la actualidad. Se plantean otras luchas como liberar a la mujer del estereotipo de objeto sexual a través de los medios de comunicación en creciente auge, pero intereses económicos hacen difícil esta propuesta. Se persigue eliminar el patriarcado que promueve desigualdad y se consolidan logros y conquistas de los movimientos anteriores. Bajo el lema “lo personal es político”, se debate sobre la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer y el aborto entre otros, con relativo éxito.
Por otra parte, en Venezuela, será inevitable que desde la impronta de 1492 se instale una versión más férrea del pensamiento patriarcal, hegemónico, europocéntrico y andropocéntrico. La conquista borrará cualquier viso de sociedad solidaria y colectiva por considerarla de menor valor. Es desde esa mirada que se construirá la latinoamericanidad y la venezolanidad, con fallas graves de origen.
 Las olas feministas europeas van a contagiar a las mujeres venezolanas y en 1935 con la transición del campo a la ciudad se va a generar una nueva visión de país, estamos en los albores del rentismo petrolero.
La primera etapa del feminismo en Venezuela se enmarcar en un breve periodo sufragista de 12 años de lucha (1936 a 1948) que plantea: el derecho de la mujer a la educación y el derecho al voto conquistado en 1947.
            La 2da Etapa, del 1948 al 1968 son veinte años de disminución de los movimientos feministas en Venezuela debido a que las mujeres se organizan para incorporarse a la actividad política de lucha contra la dictadura del Gral Marcos Pérez Jiménez, se orientan más a la política colectiva postergando sus propios intereses.
.           La 3era etapa del feminismo Venezolano se ubicaría del 68 al 98, luego del proceso de pacificación que permite el reagrupamiento de organizaciones de mujeres con agenda de lucha feminista específicamente. Para 1975 se crean instituciones estatales especializadas en el tema de la mujer, y  se fomentan espacios académicos para el estudio de la situación de la mujer. Pero será en 1999 con la Revolución Bolivariana, con el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías que se abrirá una nueva etapa del feminismo en Venezuela, al elevar derechos de las mujeres con valor y rango constitucional como plataforma que da apoyo a luchas feministas centenarias, se logra por esta vía un nuevo y elevado grado de  justicia, equidad e igualdad para la mujer. Más sin embargo, debemos seguir trabajando en este sentido.
Hoy en los albores del siglo XXI el feminismo es asumir una convicción que tiene como principios la igualdad de políticas, derechos y libertades con enfoque de género, por lo tanto, no sólo las mujeres, sino los hombres cada vez más deben  asumir esta postura que libera a la sociedad de las normas patriarcales y hegemónicas que anulan, maltratan y en muchos casos explotan a la mujer desde una falsa consideración de inferioridad.