martes, 1 de mayo de 2018


¿Somos Sujetos u Objetos de la educación?

Se ha observado, con preocupación, que el desempeño de los y las estudiantes en las diferentes asignaturas se ve afectado, en muchos casos, por la falta de un buen dominio de su lengua materna. Ello nos ha motivado a una reflexión y a plantearnos estrategias de trabajo que ayuden a mejorar  tal situación.
Es visión compartida que el aprendizaje de una lengua es una tarea compleja y prolongada que requiere, además de una cierta dosis de talento natural actitudes, convicciones y hábitos de trabajo determinados.
No obstante, entendemos que la mayoría de nuestros estudiantes viven en un medio que alimenta actitudes, convicciones y hábitos de trabajo que conspiran tenazmente contra su éxito. Hay factores que inciden negativamente sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua en nuestra institución.
Cotidianamente los docentes comentamos que los medios de comunicación nos someten al bombardeo de la publicidad masiva, estratégicamente diseñada para convencernos de que podemos lograr prácticamente cualquier cosa  con sólo  desearlo, esto se traduce en éxito seguro, rápido y sin esfuerzos.
En nuestro caso en particular, sería poco serio ofrecerle al cadete y/o cadeta un dominio de su lengua materna realizando un mínimo esfuerzo por un breve tiempo; pues hacerlo sería deshonesto de nuestra parte. Es nuestra meta que se desempeñen correctamente como estudiantes de educación superior. Ello consiste en que oigan y entiendan clases magistrales, participen activamente en seminarios y clases prácticas, lean y comprendan material biográfico y hemerográfico a su nivel y especialidad, presenten exámenes escritos y orales y se inicien en la investigación científica en su campo. Es difícil precisar en cuánto tiempo un estudiante aprende a dominar las habilidades necesarias para realizar las actividades que acabamos de mencionar, pero, sin duda, en la mayoría de los casos se necesitará un trabajo continuo y firme durante varios años, además de la clara decisión, por parte del propio cadete y/o cadeta, para lograr su meta. Estamos de acuerdo con la profesora Diana Sasso (1989) quien afirma que el dominio cuantitativo de los recursos de una lengua que requiere un estudiante de educación superior  no es una meta que pueda alcanzarse por casualidad.
Diariamente, observamos que un alto porcentaje de estudiantes, en los diferentes niveles, exhiben la actitud típica de un consumidor objeto: yo vengo a que me enseñen, a que me preparen, a que me den, en lugar de pensar como sujeto, vengo a aprender, a prepararme, a dar. Lo que realmente subyace en esta actitud es que es responsabilidad de la institución el proceso de enseñanza, cuando el principal responsable de ella debe ser el o la estudiante; es en él o ella donde debe radicar la disposición y la voluntad de aprender. Esta actitud, conveniente y cómoda, le permite encontrar fuera de él o ella  las causas de su fracaso académico, es decir, la culpa la tienen los profesores, los programas, el libro de texto, los materiales de apoyo, el horario, el excesivo número de cadetes por aula, el sistema de evaluación entre otros. Se puede llegar a escuchar que si los estudiantes no están  motivados por aprender la responsabilidad es predominantemente del docente, “¡no ha sabido motivarlo!”…
Esta visión concibe al educando como un punto de encuentro de influencias externas, o como una esponja absorbente, pero no como una persona autónoma y con voluntad propia para alcanzar determinado grado de preparación. Esta visión no permite que formemos un oficial responsable de su saber, crítico, con espíritu para la investigación, para lo que si ayuda es para formar un consumidor de cualquier información, un sujeto poco exitoso, en tanto que deja a otros, o en el mejor de los casos al azar, la responsabilidad de su aprendizaje, evolución y desarrollo.
Creemos que el dominio cabal de la lengua materna podría permitir  que el cadete y/o cadeta participara activamente en su proceso de aprendizaje, lo cual redundaría en un mejor rendimiento académico. Es importante que el estudiante entienda que ni las más fabulosas  circunstancias exteriores pueden sustituirlo en su tarea de crecer intelectualmente.
 Sin duda, creemos que uno de los caminos que debe transitar cotidianamente el cadete para mejorar su rendimiento es el de la lectura. Entendiéndose por saber leer, Diana Sasso (1989), el poder desentrañar el sentido de un texto escrito que no se ha visto nunca antes. El cadete debe ejercitarse en la reproducción y producción de información con un aceptable nivel de calidad.
¿Pero cómo lograrlo? Siguiendo  a la Dra. Ofelia Gasso (1999), en su artículo: una Experiencia sobre la comprensión de textos, proponemos, sin ánimo de receta, el empleo del siguiente algoritmo para la compresión de textos:

1.    Realizar la lectura del texto varias veces (mínimo dos). Hacerlo en forma concentrada e intentando desentrañar el sentido del mismo. Se recomienda la lectura silenciosa. Una vez terminada, reflexionar sobre lo leído y reconocer que ha quedado de ella en la memoria.

2.    Descodificar las incógnitas lexicales que se presenten. En ocasiones se puede recurrir al despistaje por contexto, pero, en el caso de que no se tenga a la mano el significado DEBE recurrirse al diccionario. Seguir leyendo sin despejar la incógnita entorpecerá la comprensión del texto, éste se convertirá en no significativo y por último olvidado.

3.    Identificación de la idea central del texto. Dar con clave semántica del texto llevará a la compresión del mismo, en virtud de que el texto gira conceptualmente en torno a ella.

4.    Ubicar las redes de palabras vinculadas a la idea central. Toda idea central tiene un conjunto de palabras que la amplían, ejemplifican y explican. Es recomendable  el empleo de mapas concepto o algún tipo de esquema que muestre estas relaciones.

5.    Localización del punto de interés personal. El lector se puede ayudar, para llegar a la comprensión  de un texto,  del análisis de los signos de puntuación, la reiteración, el empleo de los diminutivos o aumentativo, pues en ocasiones estos poseen un especial significado.   

6.    Análisis de estructuras sintácticas. El lector se puede ayudar, para llegar a la comprensión de un texto,  del análisis de los signos de puntuación, la reiteración, el empleo de los diminutivos o aumentativos, pues en ocasiones estos poseen un especial significado.

7.    Verbalización del texto en forma oral y/o escrita. Cuando no se es capaz de verbalizar el contenido de un texto leído, definitivamente, no se ha comprendido. Para comprobar el nivel de comprensión obtenido es imprescindible que el lector logre traducir con sus propias palabras los contenidos conceptuales del texto.

Párrafo aparte merece el aspecto relacionado con la evaluación, no se pretende examinar el sistema en sí mismo, sino su influencia en el aprendizaje de la lengua. La pretensión de un instructor, ajeno a la asignatura de la lengua, de corregir, con demérito en la puntuación, la mala redacción o errores ortográficos produce molestia y desacuerdo por parte de los estudiantes, quienes argumentan que la redacción y ortografía no forman parte de los contenidos de otras materias diferentes a lengua y comunicación. Esta sería una apreciación fragmentada de un proceso que debe ser integral. Según la profesora Diana Sasso (1989), dominar una lengua es poder servirse de ella en situaciones reales y eso siempre implica el manejo simultáneo y correcto de diversos aspectos de la misma en diferentes contextos. Cómo creer que se puede comprender una definición, si el sujeto no puede ni parafrasearla correctamente. ¿Podrá, entonces analizarla, explicarla o evaluarla?, este aspecto merece especial reflexión.
El cadete y/o cadeta debería poder disponer de los nuevos conocimientos en el momento que los necesite, y no exclusivamente para un examen. La atomización  del aprendizaje  atenta  contra el análisis, la síntesis y la evaluación; es decir, contra el crear y el pensar. Es indispensable que el estudiante sea sometido a situaciones en las que deba resolver problemas nuevos para él. Sólo de esta manera le estaremos proporcionando la oportunidad de ser creativo, al tener que seleccionar medios diferentes a los ya usados para resolver una determinada situación. Sin duda, diariamente se debe estimular el pensar.
La Universidad Militar Bolivariana de Venezuela contempla en su filosofía el reto permanente de mantener y mejorar su nivel de rendimiento, para ello debemos permanecer en constante reflexión y preparación, en la búsqueda de la excelencia educativa que tenemos como principio rector.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario